Nadie cuestiona que vivimos en una era tecnológica. La tecnología ha inundado todos los ámbitos de nuestras vidas. Antes reservada al ámbito técnico-científico, hoy está presente en todos los sectores de actividad de la economía y, aún más, en los quehaceres domésticos y personales. Saber desenvolverse con la tecnología es hoy una habilidad necesaria, básica pero, reflexionando en profundidad, podemos plantearnos si las competencias que son deseables desarrollar llegan hasta el uso, aprovechamiento y consumo de la tecnología de manera eficiente, o si queremos ir un paso más allá y desarrollar las competencias y actitudes para ver la tecnología, no como algo que consumimos, sino como una herramienta con la que creamos soluciones y generamos valor. Esta segunda opción es la que escogemos en el colegio Los Naranjos.
Desde esta perspectiva nos enfocamos en los pequeños matices, que generan grandes diferencias.
Por eso, cuando queremos que nuestros alumnos desarrollen competencias para utilizar la tecnología como creadores en vez de como consumidores, planteamos un proceso basado en el aprendizaje. No enseñamos, ofrecemos los medios, los recursos y el entorno propicios para que los alumnos, a través de la creatividad en sus proyectos personales, descubran sus capacidades y las pongan en juego, creando soluciones. Esto es lo que, por ejemplo, hacen nuestros alumnos de Bachillerato en la asignatura de tecnología, donde, trabajando con los kits de robótica de Lego Education, construyen y programan un robot capaz de esquivar obstáculos, seguir el trazado de un circuito, o detectar colores.
De este modo, no solo descubren los principios de funcionamiento de sistemas que encontramos en nuestra vida cotidiana, como los robots aspiradores tipo “Roomba”, sino que además son capaces de prototipar sistemas robóticos equivalentes.
El aprendizaje a través de la experimentación, como en el método científico, desarrolla habilidades, competencias y actitudes clave para su futuro.